¿Cómo escapan las presas de los cazadores?
No es ningún secreto que en el ciclo de la vida hay cazadores y presas. Unos atacan y los otros tratan de defenderse. En Enkewa Camp llevamos años ofreciendo un safari auténtico a todas las personas que depositan su confianza en nosotros. Es por ello que nos gustaría aprovechar estas líneas de nuestro blog para hablaros sobre cómo es posible escapar de algunos de los depredadores más letales del planeta.
Son rápidos, ágiles y feroces. Reúnen potencia y velocidad ¿Cómo sería posible no caer ante el ataque de guepardos y leones? Pues lo cierto es que estos cazadores no siempre tienen éxito en sus ataques. ¿Cómo puede ser?
Principalmente, podríamos decir que las presas han de usar distintas estrategias para evitar caer en las garras de los depredadores. No todo es correr, ya que, en temas de velocidad, siempre tienen las de perder.
Para entender la gran ventaja física que tienen los cazadores, hay que apuntar que, según varios estudios científicos, sus músculos son un 20% más fuertes que los de las presas. En carrera son un 38% más rápidos, con un 37% de mejor aceleración y un 72% de desaceleración. Además, el rendimiento al girar y cambiar la dirección es similar. ¿Qué hacer entonces?
Según varios expertos, todo se decide en el último instante. En una cacería, la presa es la encargada de definir la velocidad y la ruta. El depredador se afanará en tratar de seguirla y, finalmente, adelantarse a ella para tomar ventaja. Se trata de una situación emocionante e intensa.
Así, cuanta más velocidad, más probabilidades tendrá de ganar el cazador. Los guepardos y leones son más rápidos. Además, a altas velocidades, la capacidad para girar y cambiar de dirección es mucho menor.
Gracias a varios estudios realizados y a multitud de carreras observadas, se comprobó que las presas apenas alcanzaban la mitad de su velocidad punta mientras se encontraban bajo el acoso de un depredador. De esta manera, el cazador también tendría que ralentizar su paso para poder seguir los giros.
Las presas aprenden a maniobrar para evitar ser cazados. Los giros en el último momento consiguen que el depredador no los pueda seguir, dándoles opciones de escapar del ataque.